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NUESTRO IMPACTO

No tenemos un lema, ni queremos tenerlo, pero si lo tuviéramos, "fútbol para todos" no sería un mal punto de partida. Trabajamos con escuelas locales, ayuntamientos y grupos comunitarios para garantizar que ningún niño se vea privado de los amplios beneficios del fútbol debido a algo tan arbitrario como sus circunstancias personales. Nuestros servicios son gratuitos o están fuertemente subvencionados por nuestro sistema de becas. Las familias que no pueden pagar, no lo hacen, y sus hijos reciben exactamente el mismo servicio de alta calidad que los que sí pueden. Llegamos a unos 5.000 niños al año, y hacemos un esfuerzo activo por implicar a las comunidades que tienen más probabilidades de tener un acceso limitado a las oportunidades deportivas: El 55% de nuestros participantes son de origen BAME, el 33% reciben comidas escolares gratuitas y el 20% son niñas.   

La sociedad moderna encierra una cruel ironía: la participación deportiva -ampliamente reconocida como vía para salir de la pobreza- es más baja entre las comunidades golpeadas por la pobreza. Dado que el 68% de nuestros beneficiarios proceden de Camden, el 8% de Westminster y el 8% de Islington -barrios con tasas respectivas de pobreza infantil del 32%, 41% y 43%-, Bloomsbury se encuentra en una posición privilegiada para mejorar las oportunidades de los niños con rentas más bajas.

Igualar el acceso al entrenamiento regular de fútbol es un imperativo de salud pública. Los niños londinenses sufren actualmente una crisis sanitaria relacionada con su estilo de vida: más del 50% de los niños británicos no alcanzan hoy el umbral recomendado de una hora de actividad física, y el 21% de los niños de entre 10 y 11 años son obesos. Esta epidemia de inactividad entre los jóvenes -y los peligros que conlleva para la salud infantil- es aún más grave entre los grupos a los que Bloomsbury pretende servir: los niños BAME, los niños con menos ingresos y las niñas. Al ofrecer entrenamiento deportivo de alta calidad a todos -con especial atención a estos grupos de mayor riesgo-, trabajamos para mejorar el bienestar físico de niños de todos los orígenes y circunstancias.

En Bloomsbury también intentamos mitigar los problemas de salud mental que se han vuelto endémicos entre los niños londinenses desde el primer encierro nacional. Ca naturaleza social de los niños les hace poco aptos para el aislamiento, y este hecho -sumado a que los espacios de cuarentena para niños solían ser estrechos y estar abarrotados- significaba que la adhesión al distanciamiento social tenía un alto precio psicológico para los niños de Londres. Aprovechando la relación establecida desde hace tiempo entre el ejercicio y los resultados positivos para la salud mental, tratamos de mejorar el bienestar psicológico de nuestros beneficiarios: de hecho, nuestras encuestas sugieren que el 95% de los participantes en Bloomsbury se sienten más felices después de colaborar con nosotros.